Entrevista a Dona Nandjia, tuxawa da Comunidade Atuca

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Maués es una gran ciudad, más de lo que parece cuando llegas, y en la calle, por donde se mueve Barrõ con ligereza, se ve bien. Rápido crecimiento, calles ortogonales, servicios: escuela, salud, autobuses. Nos viene a buscar Barrõ, director del Museo de Arqueologia i História de Maúes, para visitar la comunidade Atuca. Navegamos una hora larga y nos confundimos de igarapé. Finalmente llegamos.

La Comunidade Atuca fue fundada el 15 de abril de 2015. Reciente! Ser comunidad les ofrece la posibilidad de tener una estructura social indígena con servicios administrativos. Depende del Ayuntamiento, pagarán impuestos y podrán recibir subvenciones. Una comunidad así es un proyecto de integración.

Nos viene a recibir Dona Nandja, la primera mujer tuxawa sateré, que conocimos ayer en Maués. Nos cuenta que el tuxawa (en este caso, la tuxawa) es la persona que pone orden y articula la comunidad. Ha sido escogida por los componentes del grupo para ser la que resuelva los problemas.

Ella vivió en Manaus doce años, allí aprendió a relacionarse con el blanco y el sistema administrativo, con sus ventajas e inconvenientes, y también que las mujeres trabajaban codo a codo con los hombres. Y se dio cuenta de que tenía capacidad de organización. Empezó participando en el movimiento indígena, pero vio que no tenían derechos, de modo que intentó conseguirlos proponiendo la Comunidade Atuca, que se formó gracias a la Funai, que la tiene reconocida, y a la gestión municipal.

«El prefeito ha venido y nos ayuda, donó un buey para la Festa del Povo Indigena; el 15 de abril. Vinieron propios y ajenos. Nos muestran un vídeo grabado con un móvil. Pero, claro, hace falta mucho más».

¿Cómo viven en la aldea? ¿Cuáles son sus necesidades?

«Todas. Ya ves que tenemos muy pocas cosas. Lo primero que he pedido es un maestro. El día 27 ya vendrá uno que nos recibirá en esto mismo lugar de reuniones.Como segunda prioridad, formar un centro cultural para vender nuestra artesanía. Es la forma de que pueda entrar dinero en la comunidad. También queremos mantener nuestros rituales y mostrar nuestras peculiaridades, puede ser otra forma de entrar recursos. Nuestro principal problema es ingresar dinero.

En tercer lugar, un puesto de salud. Y también queremos una iglesia, ecuménica, que no sea católica, que reconozca un solo dios todopoderoso, que es el que nos ha creado, y también a las criaturas. El sábado vienen los pastores que nos hablan de la palabra de dios».

De momento ha sido ella, quien ha enseñado a los niños. «Ela è professora das crianças». Les enseña en dos lenguas, en la propia y en portugués. Estamos rodeados de niños y niñas que se acercan curiosos. Escuchan. Parece que están acostumbrados a no ser vistos. A mí me gusta saludarles especialmente, como personitas. Tienen 21 crianças. Les educan a todos por igual.

En el pueblo viven ocho familias. Vendrán más. Quiero hacer crecer la comunidad, dice Dona Nandja. Quiero ser como la familia de Noé. ¿Qué argumentos les da a los indios para que se unan a la comunidad? «Intento ponerme en su lugar y les cuento que si les acoge la comunidad vivirán con sus necesidades más cubiertas. De momento, les podemos proporcionar una identidad legal, documentos. Es el primer paso para poder gozar de los beneficios sociales. Soy una facilitadora».

¿Qué diría a los brancos para que vengan a visitarles? «Cualquier persona que llega hasta mí es bienvenida. Ustedes mismos, vuelvan siempre que quieran. Vengan a ver nuestras necesidades y nuestras particularidades. Y, ustedes, ¿qué nos pueden traer a nosotros, ahora que han visto cómo vivimos?»

Nosotros podemos favorecer que vengan europeos y que compren su artesanía y vean su forma de vivir. Podemos publicitar su existencia y sus valores. Podemos ofrecerles material escolar y libros de educación. Me muestra los libros concretos que necesita. En realidad son fotocopias con dibujos en que explican la creación divina.

Le digo que nosotros intentaremos encontrar dinero en España para poderles mandar material escolar. Que lo mandaremos a través de Barrõ, pero que tendremos, sin embargo, que justificarlo con notas fiscales y con fotografías. Es la forma de que en el origen se vea que se han cumplido los objetivos. Cuentas claras, amistades largas. Entiende, también Barrõ, que cuenta que enviará las notas fiscales.

También pide un uniforme para los niños. Le pido una lista de prioridades. Pienso que se puede comprar la tela y alguien de la comunidad (o de otra, donde cosen), que los confeccionen.

En una mesa central, un aparato de radio les comunica con Maués y otras aldeas. Tienen también una parabólica, por la que reciben la señal de televisión. Al fondo, se ve una placa solar. Esperemos que no se la roben. Es mucho más barato que el diesel o la gasolina. Y más limpio.

Al fondo vemos como preparan la farinha, la tuestan en una gran sartén, enorme. La remueven continuamente. El que debe de ser el marido, nos cuenta el proceso de la farinha (de tapioca) cómo se pela, cómo se pone en los tubos para tucupí, cómo se recoge el tucupí líquido (que se aprovecha), cómo se desmigaja y cómo se tuesta. Los niños colaboran con las tareas.

Al salir, se me ocurre que puede establecer una relación con niños de Barcelona, de una escuela, de modo que se escriban y conozcan sus diferencias. Le parece una buena idea; entonces también pide un celular para poder hacer las fotos y mandárnoslas. Veremos prioridades.

Salimos en canoa con una persona que conocimos ayer de la Comunidades de Menino Deus. Navegamos y pensamos qué podemos hacer juntos. Seguimos charlando en la isla de Veracruz. Mario, el que lleva el restaurante, es profesor de matemáticas y tecnología. Se marcha. Gentes que trabajan para él nos han preparado un pescadito, que nos comemos con los pies bajo el agua después de un baño reparador.

Regresamos a Maués. Nos abordan unos borrachos al lado de la tienda de artesanía de Barrõ. Difícil deshacerse de ellos. Llama a un taxi, que nos lleve al aeropuerto. Tomamos nuestras cosas, nos despedimos con promesas de mantener el contacto, genuinamente por nuestra parte, podríamos hacer algo juntos. Dos muchachas nos llevan al aeródromo en una van.