Una prueba maravillosa de la subjetividad miserable de los seres humanos, que hace que estos lo refieran todo a sí mismos y pasen desde cualquier idea a sus propias personas sin solución de continuidad, lo proporciona la astrología, que retrotrae el movimiento de los grandes cuerpos celestes al pobre yo, y vincula los cometas con las trifulcas y necedades terrenales.
De: El arte de insultar, Arthur Schopenhauer Alianza editorial (2011)
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