Desde Presidente Figueiredo, a 100 km de Manaus, nos dirigimos hacia la presa de Balbina. Visitamos el CPPQA y COMA (Centro de Pesquisa e Proteção de Quelonios y Mamíferos Acuáticos). El centro recupera fauna especialmente afectada por la construcción de la presa.Llegamos sin cita, no habíamos podido contactarlos. Nos recibe Stella Maris, veterinaria, y nos atiende Elessandra, bióloga. Financiado por Electrobras, Amazonas Energía, organizan actividades de recuperación, recibiendo y curando animales para reproducirlos, y de concienciación con escuelas y población. Todo el camino nos acompaña un perro con muletas de ruedas, que los veterinarios curaron de un atropello.
El programa del CPPQA recuperan la población de tartaruga amazónica (tracajà) y es el más exitoso: se cría bien en cautiverio y es fácil de reintroducir. Hay unos setenta criadores de tartaruga del Amazonas. Se liberan siempre a principios de año. Cuando se ha de hacer la suelta, avisan a la población para que participe. También han preparado dos playas artificiales en el margen izquierdo de la presa, para su reproducción, para el desove.
El CPPM trabaja sobre todo con la nutria (ictiófaga) y con sirénidos y tapires (ambos herbívoros). Básicamente se centran en recuperar el peixe-boi, el manatí (Trichechus inunguis), que ha quedado muy afectado por la presa de Balbina en el río Uatumã, que se construyó en 1985. De hecho desapareció en la parte alta de la presa (montante, donde está la fuente, foz), por la eutrofia, cuando no extrajeron la materia orgánica y contaminó las aguas.
Nos pasan un vídeo, en el que explican que las poblaciones acuáticas quedaron afectadas en sus migraciones interrumpidas. En la fragmentación del territorio y, en consecuencia, genética. Los manatíes son los únicos mamíferos acuáticos herbívoros vivos. Toman el nombre del mito de las sirenas.
Recogen sobre todo especímenes jóvenes, que los encuentran heridos, cuando los furtivos han querido capturar la madre. Los rehabilitan, readaptan y rentrodueixen. En el centro les cuidan; les dan de comer hierbas y zanahorias. No se pueden plantear siquiera un proyecto de reproducción. con los mínimos recursos hacen lo que puede, los explotan al máximos.
El peixe-boi (Trichechus manatus), del Atlántico, llega a hacer unos cinco metros; el del Amazonas, (T. inunguis) es más pequeño: llega a los tres metros. Puede llegar a vivir hasta sesenta años. Tiene ojos pequeños y no tiene orejas. Sin embargo se comunica muy bien con gritos de alta frecuencia, especialmente entre la madre y el filhote (cachorro). Es un animal de reproducción lenta: la gestación dura un año, y la cría tiene que pasar dos más con la madre, que lo cuida hasta que el destete. Esto hace que la recuperación de la especie sea muy lenta.
Los peixe-boi tienen un papel importante en la red trófica del río. Por un lado, en libertad, comen la prolífica Eichhornia, que puede impedir la navegación en canoa; sus heces de herbívoro alimentan el fitoplancton, que alimenta el zooplancton, que a su vez alimenta a los peces que acabarán comiendo las tortugas, las nutrias, los jacarés y las familias de los pescadores. Comprenden que el peixe-boi es más valioso en libertad que cazado.
Vemos algunos de los cincuenta y tres animales que tienen en el centro. Castanho es un ejemplar juvenil (ocho años) solo en un tanque; tuvieron que amputarle la cola para que se le gangrenó la herida que le causaron cuando lo ataron para atrapar su madre. Vemos dos más jóvenes en otro tanque, altar y Sari, que les están destetado; los alimentan con biberones de litro cinco veces al día. Los toman medidas biométricas cada mes.
Los mantienen en tanques para parejas, para que no estén solos. Evitan pero las peleas entre machos adultos y la reproducción en cautividad. Ha nacido uno en cautiverio, Morena, pero no lo favorecen porque es muy costoso y dificultoso después para su reintroducción.
Hay cinco curadores, todos ellos educadores y trabajan con los profesores de las escuelas de Balbina. Los centros también hacen educación ambiental para escuelas y la población local. Para los jóvenes organizan el carnaval dos bichos, mediante el que quieren generar respeto por las diferentes formas de vida, para mejorar la calidad de la vida en el planeta.
Para las familias de comunidades cercanas, los cinco municipios influenciados por la hidroeléctrica, que se alimentaban de la tortuga y de la caza del manatí les ofrecen cursos de artesanía y de permacultura, para criar una huerta comunitaria; los consideran una oportunidad de trabajo sustentable para la población local, una alternativa al modo de vida. Es una Reserva de Desarrollo de Naturaleza (RDSU).
Vemos también una familia de tapires (padre, madre e hijo, en jaulas separadas) y una nutria. En el centro también hay recogidas aves. Los araras se aparean aunque sean de diferentes colores, aunque no lo hagan en libertad. También cuidan de un tucán.
Una ONG, que pertenece al INPA, intenta conscienciar sobre el estado de los manatíes, el AMPA Asociación Amigos do Peixe-Boi.