Conocí a José María en el movimiento Europa por Bosnia. Fui una más de los que movilizó. Alguna vez me lo había encontrado, por casualidad, terminada ya la guerra de Bosnia, y habíamos comido el en Irati.
Después o entretanto, accedió a participar en la presentación del libro que escribí con Jaume Bertranpetit:
«Viatge als orígens. Una historia biológica de l’espècie humana». Amablemente dijo que le gustaba participar en un libro que trataba de la igualdad humana.
Pero todo hubiera terminado aquí, si no hubiera sido por Luis. Porque la aproximación personal a José María la tuve por Luis Filipe. Hace años ya, bastantes, paseando por la Fiesta de la Diversidad, que organizaban los de SOS Racisme en el Moll de la Fusta, me topé con José María y su séquito. Me uní a él.
En un momento determinado, Luis y yo, que íbamos mirando las palmeras y otra vegetación, hicimos una apuesta a propósito del nombre de una palmera. Me pagó la deuda y quedamos amiguísimos. Luis y yo. Luis, mis amigos y yo. Con mis amigos, o sin ellos, podía aparecer en Can Parés, donde era / éramos recibidos con una generosidad fuera de lo normal. Fuimos con Mario, con Lola, con Laura, con Olga…
El caso es que gracias a mi amistad con Luis he tenido el privilegio de vivir cerca de ellos, de pasar fines de semana los tres solos… Años después, cuando reapareció Quique en mi vida, se incorporó al equipo sin dificultad. La mar de amigos. Todos. Los chicos y nosotros.
Por todas estas razones, he tenido el privilegio de estar cerca estos años. Tiempos malos para Jose en los que no quería ver a casi nadie más. Se acercaba Martí, que le proporcionaba el soporte logístico; Iñaki, Rosana y Jon; nosotros. Su hermano, Javier; su primo Alberto. Y su amigo del alma Michel, con Cruz… Pero no aceptaba que nadie más le fuera a ver, especialmente en el último año. Ya vendrán cuando esté bien.
He podido ver de más o menos cerca cómo progresaba su enfermedad, cómo mantenía la entereza y la esperanza. Y, sobre todo la lucidez. Tenía planes para cuando saliera del hospital. Quería escribir un libro sobre su experiencia profesional. Ahora que se han desclasificado papeles, decía, que debo menos juramentos y no me importa romper los que quedan, es el momento. Sé dónde encontrar información. Sólo necesito que me ayudes a llevar orden en el calendario y en la información. ¿Vale? Algo novelado.
Vale a todo, excepto a que sea novelado, Jose; escribiremos primero tu testimonio vital; la historia de tu vida profesional, lo que has visto, lo que has vivido. Luego ya novelaremos, pero primero hay que preservar tu testimonio. ¡Estaba orgulloso porque creía que por su declaración a Karadzic le iban a caer unos cuantos años más!
Le llevé un libro póstumo de Xavier Batalla: «El mundo es una idea. Crónicas sobre la guerra y la paz». Y le dije, esto es lo que hemos de conseguir, pero con tu geografía. Vale, me lo leeré. Pero ya no podía leer. Una conjuntivitis crónica se le impedía. Durante el último año pasaba los días viendo la tele. Eso sí, no perdía la acidez criticando los programas televisivos, la situación política más local, nacional e internacional. Un día, en febrero de 2015, cuando llegamos a verle, estaba indignado. He de escribirlo, he de escribirlo. Ya veremos dónde lo mando, pero lo tengo que escribir
A la mañana siguiente me presenté con la tablet y escribí al dictado sus palabras: «Los argumentos de Putin para bombardear Ucrania son los mismos que usaba Karadzic para justificar sus bombardeos sobre Bosnia.» A la hora y media se cansó, hace un par de años que no me concentro tanto. Mañana lo corregimos. Para cuando lo tuvimos corregido, ya no era noticia. Y «Ucrania: algunos recuerdos, poca memoria» sólo quedó colgado en la web.
Sin embargo, pensamos que al ir recuperándose de la penúltima lesión y bajarle la medicación, y a pesar de las limitaciones, podíamos buscarle una asistente, estudiante, que empezara a tomar al dictado sus recuerdos. Para eso fue Eugènia. Pero no resultó, los calmantes no se lo permitían, creía yo. Ya era demasiado tarde.
Luego, las temporadas en que no estaba ingresado se iban acortando. A pesar de todo, estuvo cinco semanas en Costa Rica. Fue a San Sebastián… La última vez que fuimos a verle, hace tres semanas, no estaba en la habitación, le habían llevado a hacer una prueba. Qué impresión ver que no estaba ni la cama! Nos fuimos sin poderle ver. Le dejamos una nota, un abrazo. Y ya no le vimos más
Quiero dejar testimonio del apoyo que ha encontrado en Martí durante todo este tiempo; especialmente durante el último año y medio. Ha sido mucho más que un abogado o un logista; ha ido preparando una urdimbre muelle, ha buscado lo mejor para Jose. Y, qué decir de Luis que ha estado entregado a la causa, al bienestar de Jose. Lealmente. Íntegramente. Y, de Jose, qué decir de él ahora… que, hasta el final, genio y figura.
Más información:
José María Mendiluce. Opiniones (blog)
Del conflicte a la solidaritat (1995). Europa per Bòsnia
Me ha encantado leer sobre la vida y sentimientos de José María Mendiluce en los últimos años; no sabía que estaba tan enfermo, y creo que se ha hablado y escrito muy poco sobre él durante ese tiempo.
Muchas gracias,
Rosario Criado García